viernes, 26 de octubre de 2012

LA PLANTA DEL AMOR




 Hace unos años, en una hermosa primavera, Juan Pedro paseaba por el parque y vio una planta que le gustó, pero estaba algo mustia.
-¡Que lastima! – Dijo –¡Una planta tan bonita que se la dejen morir!
Buscó un palo con el que poder escarbar alrededor de la planta y  sacarla de la tierra sin dañar su raíz, una vez hecho el trabajo, sacó del bolsillo de su pantalón una bolsa de plástico (siempre solía llevar una cuando salía a pasear, porque decía que nunca se sabe lo que se puede encontrar) Y con mucho mimo y cuidado puso dentro la planta. Al pasar por una fuente la regó ligeramente para que no se ahogara pero para que absorbiera un poquito y se mantuviera fresca. Percibió un esplendido perfume  a frescor, había en la planta algunos capullos pero ninguna flor abierta. Como  él  no conocía su nombre, inmediatamente la bautizó, le puso el nombre de Planta del Amor.
Juan Pedro era un romántico y cuando llegó a su casa lo primero que hizo fue trasplantar la flor en su jardín; la regó y la abonó y limpió sus hojas con mimo y esmero. Estaba feliz como si hubiera rescatado el mejor de los tesoros, no le dijo nada a nadie, él se encargaba del jardín y quiso tenerla para él.
Cada día la miraba con amor, incluso se detenía a hablar con ella como si le pudiera escuchar; crecieron los capullos y fueron apareciendo unas flores preciosas; a las primeras les iba poniendo nombres, después cuando una se marchitaba y volvía a salir otra, repetía el nombre de la que había muerto.
-Hoy se ha abierto la flor de la ilusión.
Juan Pedro se sentía feliz e ilusionado. Otro día  se abría la del amor, la de la pasión, la de la paciencia, la de la alegría… así fueron pasando todos los buenos sentimientos por su jardín.
Pasó la primavera dando paso a un caluroso verano, pero ¡cuando regaba  y miraba aquella planta...! se acercaba la acariciaba y se llevaba sus dedos a su nariz para percibir el aroma, parecía que le refrescaba.
-¡Hmmm! ¡que bien hueles, Planta del Amor, acerté al ponerte ese nombre.- Comentaba Juan Pedro.  Le ponía más cuidado que al resto de las flores, se maravillaba del brillo de sus hojas verdes, de la luminosidad de las flores, disfrutó de su presencia y no había día que no la mirara, su empeño y tesón llego al punto de renunciar a otras actividades por estar pendiente de dicha flor.
Pasó el tiempo y la planta le seguía alegrando con su color y su perfume, se notaba que la mimaba, ¡estaba hermosa! El tiempo iba pasando sin apenas percibirlo, pasaron los años, y en todos hubo alguna vez que la descuidó, pero sus raíces crecieron fuertes y no se resintió,  pero poco a poco y quizás sin darse cuenta, Juan Pedro fue descuidándola un poquito,  pero  la planta seguía fresca y esplendorosa, él volvía y sintiéndose culpable la hablaba.
-¡Ay, Planta del Amor! ¿Sabes?, ayer no pude regarte porque tuve que ir a trabajar muy lejos, llegué tarde, pero tú sabes que sigues siendo mi planta favorita. –La  regaba la acariciaba y así la dejaba sin pensar que hacía días que no la abonaba.
Un día, Juan Pedro no tuvo ganas de salir al jardín y no regó; al día siguiente se asomó a ver como estaban, vio que todas estaban frescas pero no se dio cuenta que la Planta del Amor estaba algo mustia, (pues no todas las plantas necesitan el mismo mimo y cuidado) al día siguiente las regó a todas por igual, miró a su planta favorita simplemente de soslayo, no se dio cuenta de que había un pulgón en una de sus flores. Poco a poco el descuido y abandono hizo que la planta se llenara de pulgón.  Él se justificaba cada vez, cuando no había ido a trabajar lejos había tenido un compromiso importante, cuando no, la familia le reclamaba y el tiempo era escaso. Y un día cuando Juan Pedro la vio medio marchita y llena de parásitos, quiso limpiarla poner mimo en la tarea, pues de verdad le apenaba que su planta se pudiera morir, puso empeño y salió adelante pero ya nunca volvió a estar tan bella, incluso perdió  la lozanía y el perfume que antes derrochaba. Juan Pedro aún se extrañaba que hubiera perdido  el perfume y su lozanía. ¡Tiene gracia…!

Moraleja: El amor hay que cuidarlo regarlo y abonarlo como a una planta, si no se hace así, se corre el riesgo de que se marchite.

Y colorín colorado este cuento se ha terminado.

Cada cual que agregue su moraleja.

Mª Carmen Díaz Maestre.
26/10/2012

martes, 16 de octubre de 2012

Y AHORA QUE AÚN TE TENGO AQUÍ...


poesía escrita para un relato que tengo en marcha.

Yo tuve una esperanza…
Que poco a poco se fue muriendo.
Tuve unos sueños…
Que se borraron con el tiempo.
Tuve una ilusión …
Que se evaporó como agua en fuego.
Y ahora que aún te tengo aquí,
No sé que hacer contigo…
No puedo dejar de quererte,
Ni puedo tirarte al  olvido.
Sentí aquella pasión…
Que solo sienten los enamorados.
Tuve tus besos  de aguardiente
Que bebí de tus labios.
Y tuve caricias de almendras
Que me regalaron tus manos.
Y ahora… que aun te tengo aquí
No sé que hacer contigo.
Me duele desterrarte de mi corazón,
Me lastima tirarte al olvido.

Mª Carmen Díaz Maestre ---         
15/10/2012
                                                            

domingo, 14 de octubre de 2012

viernes, 12 de octubre de 2012

PILISAN, UNA PRINCESA MUY ESPECIAL


Para  ti Pili, en el día de tu onomástica, con cariño y deseando que pases un bonito día.

    
Érase una vez una princesa que vivía en su palacio situado en la cima de una montaña, allí se sentía como en el cielo  y libre como el viento. Por las noches viajaba hasta la luna en su ala delta acompañada de su príncipe consorte, desde ella contemplaba las estrellas y creaba sus poesías,  bellas poesías llenas de sensibilidad y amor.
Un día la princesa se puso muy triste porque desde la luna pudo ver la cantidad de niños que sufrían por sus discapacidades, se estremeció, sobre todo porque muchas personas los ignoraban, ella se compadeció de ellos y viajó hasta la tierra y se encaminó a uno de los colegios para niños especiales, llevaba consigo un gran paquete en el que guardaba varios regalos Lo primero que hizo al entrar en el colegio fue presentarse e ir sacando sus regalos.
-Yo soy la princesa Pilisán y vivo en un palacio en la cima de una montaña, estando sentada en la luna vino un hada y me dijo:
-¿Ves allí abajo a esos niños tan especiales y maravillosos? Pues ellos necesitan tu amor. Y aquí estoy para  daros mi amor y jugar con vosotros. Jugaremos a las hadas. ¿Vosotros sabéis quienes son las hadas?
Los niños no la entendieron y se miraban extrañados unos a otros. Ella continuó.
-Yo os voy a decir quienes son las verdaderas hadas y los verdaderos  aluxes.
Los niños seguían sin entender, pero ella siguió intentando explicarles quienes eran esos seres tan llenos de bondad y magia. Seres que solo existían si sabías imaginar.
-¿Cómo te llamas? –Le preguntó a una niña pelirroja.
-Lucía.
-Pues tú Lucía, eres el hada de la luz y por eso todo lo iluminas.
-¿Y tú? –Le pregunto a un niño que tenía los ojos azules.
-Yo Mario.
-Mario eres el aluxes del mar, por esos tus ojos tienen su color.
El niño sonrió feliz y le dijo a Lucía:
-Tú eres hada y yo aluxes y nos vamos a casar.
La princesa siguió preguntando los nombres a todos los niños, pero algunos no podían oírla porque eran sordos, otros no podían hablar, otros no podían caminar, en fin, todos eran niños con alguna discapacidad, pero a todos los miró por igual y fue dándoles un título.
A una niña que estaba en una silla de ruedas que no podía hablar bien y siempre estaba triste, le dijo:
¿Y tú como te llamas, bonita?
-Me llamo Gema.
-Tú por tu carita preciosa serás el hada de la belleza.
 Había un niño sordomudo y estaba triste porque cuando hablaban otros niños él no los podía oír  ni decir nada. Como la princesa no sabía hablar con el lenguaje de signos, llamó a su príncipe, porque él sí sabía, entonces la princesa le dijo al príncipe que le preguntara su nombre, éste le dijo que se llamaba Aarón, entonces la princesa le dijo:
Tú eres el aluxes de la fortaleza,
El niño sonrió y le mandó un beso.
Así continuó nombrando Hadas y Aluxes. Cuando todos tenían sus títulos jugaron a los poderes de la imaginación, cada niño o niña hacía lo que su título dictaba
Cuando nombró a Gema, ésta hacía como que se lavaba la cara y se maquillaba, pero también demostraba la grandeza del corazón que es la verdadera belleza.
Cuando nombró a Mario, éste hacía el sonido de las olas  con la boca y  con los brazos simulaba el movimiento.
. Cuando nombraba a Lucía la niña se imaginaba que era un hada que en su mano llevaba la varita mágica y con ella iba iluminando todos los rincones oscuros para que caminaran sin tropezar, y cuando nombró a Aarón, él hizo los signos de la fuerza sacando  Músculos y con su barita mágica le daba fuerza a los débiles, pero no solo fuerza física sino fuerza interior.
Cuando acabaron de jugar y la princesa tenía que regresar a su palacio, todos los niños estaban contentos, no querían que se marchara, pero ella les dijo.
-No puedo quedarme, tengo que hacer mi trabajo, pero volveré con más regalos.



No hizo falta preguntar que regalos les llevó, los niños lo sabían muy bien.
La princesa y el príncipe consorte montaron en su ala delta y emprendieron el vuelo hasta su palacio, con la promesa de volver. Todos los niños les decían adiós con las manos y les decían:
-¡¡Volved pronto!!.
Cuando se alejaron tanto que ni se distinguían, los niños volvieron a su colegio, todos estaban felices, aquel día, sus cuidadores y cuidadoras no tuvieron que levantarse por la noche, porque todos durmieron plácidamente. La princesa les regaló lo que ellos necesitaban, amor, comprensión y juegos.
No hacía falta llevar cosas materiales, de eso estaba llena la sala de jugos, ellos, aquél día recibieron el mejor de todos los regalos.
   La princesa  a veces también se ponía triste y enfermaba por eso a veces se sentía infeliz, pero entonces llamaba a sus tres hadas madrinas y  se reunían y debatían todos los pormenores. Estaba El Hada Ilusión, El Hada Comprensión y el Hada Alegría. Entre las tres hacían que nuestra princesa  recuperara la felicidad.



Y colorín colorado este cuento se ha terminado.

Mª Carmen Díaz Maestre.

12/10/2012       


martes, 9 de octubre de 2012

ALEGRÍAS Y TRISTEZAS DE UNA PRINCESA


        Para ti, Conchita, con cariño y deseándote muchas felicidades en el día de tu cumpleaños. Muchos besos.


Erase una vez una princesa que vivía en un castillo llamado El Hayedo,  tenia grandes jardines, piscina y un invernadero con muchas plantas, un bosque de hayas, pinos y robles; tenía tres perros y ellos eran su alegría, le gustaba cuidar de las  plantas y los animalitos la seguían correteando de acá para allá.
A pesar de pasar de la veintena no estaba casada ni comprometida, pero no por falta de pretendientes que de eso tenía bastante, pero aunque no era exigente para el tema económico si lo era para otras cosas como que supieran entenderla, que le gustaran los libros y los animales, que fuera fuerte de espíritu y sensible ante los problemas del mundo. Un día, nuestra princesa estaba regando las flores del jardín, y escuchó un leve golpe como si se hubiera caído una piña de un pino que había cerca de donde ella estaba, miro y no vio nada, pero una incertidumbre se apoderó de su corazón, pensó que si hubiera sido una piña el golpe hubiera sido más fuerte, siguió buscando y… ¡allí estaba! un gorrioncito  se había caído del nido; se agachó y lo tomó en sus manos, lo examinó y el pobre animal tenía un alita rota, la princesa dejó de regar y entro al castillo, le mojó el pico y reaccionó bien, le dio de comer miguitas de pan remojadas en agua y le gustó; desde aquel momento ella se ocupó de que no le faltara nada, no era partidaria de tener a los animales enjaulados y le preparó en su habitación un rinconcito en el que pudo moverse libremente. Desde entonces a la princesa se la oía cantar y el gorrión la acompañaba con sus gorjeos, ahora era feliz, tenía la sensación de haber hecho una buena obra.
Al cabo de unos días, pasó  un caballero cerca del castillo y la oyó cantar, se quedó prendado de su maravillosa voz y se acercó hasta la verja, a lo lejos pudo verla regando las flores y Pelón  en su hombro, (con ese nombre bautizó al gorrión, porque cuando cayó del nido era tan pequeñito que apenas tenía plumaje). El caballero estuvo un tiempo observándola, para después entonar la misma canción al mismo compás que ella, ésta al escuchar la voz bronca se volvió a mirar hacia la verja y allí estaba su príncipe, sin pensárselo dos veces caminó hacia él, cuando llegó a su lado, instintivamente se cogieron de las manos, él le dijo:
-El destino me ha traído hasta ti, y yo quiero llevarte conmigo. 
La princesa le dijo:
-Antes me tienes que decir varias cosas.
- Yo te diré todo lo que tú quieras.
-¿Eres persona que sepas comprender a los demás?
-Sí, en mi región muchas personas me confían sus cosas, buenas y malas, yo siempre me pongo en su lugar y no las juzgo.
-Eso está bien, eso se llama empatía. ¿Te gustan los libros?
-En mi casa tengo un habitáculo dedicado a los libros, allí es donde leo cada noche antes de irme a dormir.
-Me gusta que dispongas de una biblioteca, aunque sea pequeña. ¿Te gustan los animales?
-Me encantan, tengo varios caballos a los que cuido como el mejor de los tesoros, perros, gatos gallinas, gallos y un canario que canta cuando el gallo jefe despierta a todos los seres vivos del lugar con su kikirikí, entonces el canario se vuelve como loco, le quiero tanto que le he comprado la jaula más bonita que he visto.
-¿¡Lo tienes todo el día en una jaula!?
-Claro, si no fuera así se escaparía.
-¿A ti te gustaría que te dejaran en tu casa encerrado sin poder salir al exterior cuando te apeteciera?
-¡No!
-Pues al canario tampoco le gusta.
-¿Por eso llevas tu al gorrión en el hombro?
-Mi Gorrión se llama Pelón y el vuela todo el día libre.
-¿Y que has hecho para que no se escape?
-Darle la comida y el agua en el pico cuando no podía comer solo.
-¡Pero mi canario come solo!
-Le puedes sacar un poquito por casa con las ventanas cerradas hasta que se acostumbre y entienda que vive allí, pero que tiene libertad.

-Te prometo que así lo haré.

-Por todo lo que me has dicho veo que eres sensible, por ello supongo que te gusta la poesía.

-Si te casas conmigo, tendrás cada día una maravillosa poesía de amor.
-Entonces…puedes pasar.
La princesa abre la verja para que entre el visitante, se lo presenta a sus padres y a su hermana y fijan la fecha de la boda. Tiene que ser en un año, no puede ser antes porque tiene que ir de voluntario a África a ayudar a los necesitados. La princesa está feliz porque ha encontrado al hombre de sus sueños. Se despiden hasta dentro de un año.
-Volveré para llevarte conmigo para siempre.
- Yo te esperaré impaciente. ¡Cuídate mucho!
El caballero les da los buenos días y sale de la estancia, la princesa le acompaña hasta la salida, él la atrae hacia sí y le da un beso en los labios.
La princesa está feliz, inmensamente feliz, canta y baila y su gorrión se vuelve loco de alegría, revolotea por la alcoba y llena la casa con sus gorjeos.
Al día siguiente, la princesa sale a regar los rosales, pero…¡Que disgusto! Las rosas están llenas de pulgón, ¡que poco le ha durado  
la alegría! ¡Con lo que le gustan las rosas! Están infectadas de pulgón y si no pone rápidamente remedio se morirán.
Se sienta a pensar que puede hacer, en esto  ve a una mariquita que llega volando y se posa en su mano, la princesa la mira y le dice:
-¡Si supieras lo triste que estoy, mariquita linda!
El insecto parece entenderla, se pasea por su mano como dándole ánimos, ella le cuenta su pena y la lleva hasta el rosal, la mariquita se instala gustosa y empieza a devorar pulgón, pero ve que hay demasiado, emprende el vuelo sin decir nada y la princesa se vuelve a quedar triste, pero al rato ve volando un gran grupo de mariquitas que se posan en el rosal, la primera que llegó era la que había estado en su mano y a su mano volvió. Aunque no podía hablar la princesa comprendió que había ido a avisar a sus amigas para que la  ayudaran a  limpiar el rosal. La chica ya estaba más feliz, en poco rato el pulgón había desaparecido de sus rosas; como agradecimiento las invito a que se instalaran en su jardín, aceptaron encantadas, a ellas no les faltó que comer y las plantas estaban limpias de plagas. La princesa quiso quedarse con la primera que llegó, pero ésta le dijo que deseaba vivir en las mismas condiciones que sus compañeras, pero que la iría a visitar cada día. De esta manera la princesa estuvo contenta y volvió a cantar. Preparaba su boda con ilusión, contaba los días que faltaban para que regresara su amor de África, y todo era maravilloso hasta que un día, al despertar ve a su gorrión en su almohada, pensaba que estaba dormido, ¡pero no!, ¡no estaba dormido! ¡Estaba muerto! La princesa lloró y lloró desconsoladamente, no había nada que la consolara; pasó a verla su cachorrita que quería jugar, le mordía y tiraba del camisón para que se levantara de la cama, pero la princesa no tenía fuerzas, el perro grande ladraba y le lamía las manos y la cara, como solidarizándose con ella y sintiendo su dolor, la mariquita voló y posándose en la mano recorrió cada uno de los dedos provocándole un cosquilleo que la hizo reaccionar, una sonrisa apareció en sus labios y todos los amigos entonaron su peculiar canto. Al fin la princesa se levantó de la cama y cogiendo a Pelón con delicadeza lo envolvió en un pañuelo y salió al jardín para enterrarlo. Le acompañaron los perros y todas las mariquitas que formaron un corro alrededor de la fosa en la que permanecería para siempre su amigo Pelón. Todos participaron en cubrirla de tierra. Cada animalito depositó una florecilla. Después del funeral la princesa se retiró a sus aposentos, echaba de menos a Pelón, pero los perros y las mariquitas y otros pajarillos que llegaron para acompañarle en su último vuelo, se habían portado tan bien con ella que no quiso llorar más. Todos los animalitos se reunieron y decidieron ir a buscar a un canario que andaba perdido y solitario e invitarle a compartir techo con la princesa si ésta lo aceptaba.
El canario quiso ir con todos los amigos y cuando vio  la que sería su casa, le gustó tanto que entro sin pedir permiso, se puso a trinar  en el alfeizar de la ventana,  la princesa  salió a ver que pajarillo trinaba tan lindo, y cuando lo vio se enamoró de él,  al canario le gusta tener su bañera, su columpio y su pequeño bebedero y un rinconcito para hacer su nido y le pidió a la princesa una jaula pero con la puerta abierta para entrar y salir cuando quisiera. Al día siguiente la princesa encargó la jaula más cómoda que pudiera existir.  Lo bautizó con el nombre de su amigo Pelón. Ahora la princesa es feliz mientras espera la llegada de su amor.

¿Se nos olvidó decir el nombre de la princesa?


¡¡¡No!!! ¡¡¡Se llama Conchita!!!



Y colorin colorado este cuento se ha acabado.

Fin.

Mª Carmen Díaz Maestre
6/10/2012




lunes, 1 de octubre de 2012