Para ti Pili, en el día de tu onomástica, con
cariño y deseando que pases un bonito día.
Érase
una vez una princesa que vivía en su palacio situado en la cima de una montaña,
allí se sentía como en el cielo y libre
como el viento. Por las noches viajaba hasta la luna en su ala delta acompañada
de su príncipe consorte, desde ella contemplaba las estrellas y creaba sus
poesías, bellas poesías llenas de
sensibilidad y amor.
Un día la princesa se puso muy triste porque desde la
luna pudo ver la cantidad de niños que sufrían por sus discapacidades, se estremeció,
sobre todo porque muchas personas los ignoraban, ella se compadeció de ellos y
viajó hasta la tierra y se encaminó a uno de los colegios para niños especiales,
llevaba consigo un gran paquete en el que guardaba varios regalos Lo
primero que hizo al entrar en el colegio fue presentarse e ir sacando sus
regalos.
-Yo
soy la princesa Pilisán y vivo en un palacio en la cima de una montaña, estando
sentada en la luna vino un hada y me dijo:
-¿Ves
allí abajo a esos niños tan especiales y maravillosos? Pues ellos necesitan tu
amor. Y aquí estoy para daros mi amor y jugar
con vosotros. Jugaremos a las hadas. ¿Vosotros sabéis quienes son las hadas?
Los
niños no la entendieron y se miraban extrañados unos a otros. Ella continuó.
-Yo
os voy a decir quienes son las verdaderas hadas y los verdaderos aluxes.
Los niños seguían sin entender, pero ella siguió
intentando explicarles quienes eran esos seres tan llenos de bondad y magia. Seres
que solo existían si sabías imaginar.
-Lucía.
-Pues
tú Lucía, eres el hada de la luz y por eso todo lo iluminas.
-¿Y
tú? –Le pregunto a un niño que tenía los ojos azules.
-Yo
Mario.
-Mario
eres el aluxes del mar, por esos tus ojos tienen su color.
-Tú
eres hada y yo aluxes y nos vamos a casar.
La
princesa siguió preguntando los nombres a todos los niños, pero algunos no
podían oírla porque eran sordos, otros no podían hablar, otros no podían
caminar, en fin, todos eran niños con alguna discapacidad, pero a todos los
miró por igual y fue dándoles un título.
A
una niña que estaba en una silla de ruedas que no podía hablar bien y siempre
estaba triste, le dijo:
¿Y
tú como te llamas, bonita?
-Me llamo Gema.
-Tú
por tu carita preciosa serás el hada de la belleza.
Había un niño sordomudo y estaba triste porque
cuando hablaban otros niños él no los podía oír ni decir nada. Como la princesa no sabía hablar
con el lenguaje de signos, llamó a su príncipe, porque él sí sabía, entonces la
princesa le dijo al príncipe que le preguntara su nombre, éste le dijo que se
llamaba Aarón, entonces la princesa le dijo:
Tú
eres el aluxes de la fortaleza,
El
niño sonrió y le mandó un beso.
Así
continuó nombrando Hadas y Aluxes. Cuando todos tenían sus títulos jugaron a
los poderes de la imaginación, cada niño o niña hacía lo que su título dictaba
Cuando
nombró a Gema, ésta hacía como que se lavaba la cara y se maquillaba, pero
también demostraba la grandeza del corazón que es la verdadera belleza.
Cuando
nombró a Mario, éste hacía el sonido de las olas con la boca y
con los brazos simulaba el movimiento.
.
Cuando nombraba a Lucía la niña se imaginaba que era un hada que en su mano
llevaba la varita mágica y con ella iba iluminando todos los rincones oscuros
para que caminaran sin tropezar, y cuando nombró a Aarón, él hizo los signos de
la fuerza sacando Músculos y
con su barita mágica le daba fuerza a los débiles, pero no solo fuerza física
sino fuerza interior.
-No
puedo quedarme, tengo que hacer mi trabajo, pero volveré con más regalos.
No
hizo falta preguntar que regalos les llevó, los niños lo sabían muy bien.
La
princesa y el príncipe consorte montaron en su ala delta y emprendieron el
vuelo hasta su palacio, con la promesa de volver. Todos los niños les decían
adiós con las manos y les decían:
-¡¡Volved
pronto!!.
Cuando
se alejaron tanto que ni se distinguían, los niños volvieron a su colegio,
todos estaban felices, aquel día, sus cuidadores y cuidadoras no tuvieron que
levantarse por la noche, porque todos durmieron plácidamente. La princesa les
regaló lo que ellos necesitaban, amor, comprensión y juegos.
No
hacía falta llevar cosas materiales, de eso estaba llena la sala de jugos, ellos,
aquél día recibieron el mejor de todos los regalos.
La princesa
a veces también se ponía triste y enfermaba por eso a veces se sentía infeliz,
pero entonces llamaba a sus tres hadas madrinas y se reunían y debatían todos los pormenores. Estaba
El Hada Ilusión, El Hada Comprensión y el Hada Alegría. Entre las tres hacían que
nuestra princesa recuperara la felicidad.
Y
colorín colorado este cuento se ha terminado.
Mª Carmen Díaz Maestre.
12/10/2012
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