miércoles, 30 de noviembre de 2011

EL LIBRO DE LA VIDA


Voy leyendo en mi libro de la vida, y cada día lo cierro cómo un capítulo que queda atrás, con sus momentos de alegrías y tristezas. En la noche reflexiono sobre la lectura e intento asimilar todo lo acontecido en esas páginas y me quedo dormida pensando en cómo será la lectura del siguiente capítulo, porque últimamente, no hay en mi libro demasiadas alegrías.
Mª Carmen Díaz Maestre

jueves, 10 de noviembre de 2011

SENTIMIENTO



He sentido el abrazo del alba
Y los besos de los primeros rayos del sol,
He sentido la brisa de la mañana
Que me ha traído la frescura de su amor.
He sentido el silencio de sus labios
He escuchado el canto de su voz.
He sentido el latir de dos corazones…
Su corazón y mi corazón.



Mª Carmen Díaz Maestre

jueves, 3 de noviembre de 2011

¿Y SI...?


A veces, cuando miramos hacia atrás y recordamos momentos de nuestras vidas en los que tuvimos que tomar decisiones, las dudas, acuden a nosotros. En aquellos momentos tomamos la decisión que mejor nos pareció, a veces con una gran duda, pero había que decidirse y así lo hicimos, y ahora al mirar desde la lejanía del tiempo, después de haber visto los buenos o malos resultados de aquella resolución nos preguntamos: ¿Y si en vez de haber hecho aquello hubiera echo lo otro? Y empiezas a analizar tu vida y son muchos “Y si”… Pero yo me pregunto: ¿Y si hubiéramos tomado la otra determinación…? Seguro que seguirían existiendo los “Y si”. No hace falta irse muy lejos en el tiempo, en cualquier momento de la vida tenemos que tomar decisiones, algunas simples y otras duras pero siempre hay que elegir y asumir las consecuencias.
Mi mente a veces juega a los “Y si” pero ocurre que siempre encuentro algo tan bueno en mi vida que no se puede sustituir por nada y acabo aburriéndome de los “Y si”.

M” Carmen Díaz Maestre

martes, 1 de noviembre de 2011

LA MAGIA DEL MOMENTO

Desde mi ventana, en soledad, una soledad que es paz, miro como cae la lluvia, miro el cielo cubierto y el silencio solamente es roto por el golpeteo en el suelo y el repique en los cristales de las gotas de agua.Tengo que hacer muchas cosas, pero temo que este momento mágico entre el silencio y yo se rompa al compartir otros sonidos. ¡Aspiro! quiero llenar todo mi ser de esta calma. Ahora ruidos de persianas y de cisternas me llegan de otros hogares, me distraen pero no rompen mi paz, son totalmente ajenos, en breve ya ni siquiera los oiré aunque sigan produciéndose.¡Necesitaba tanto de estos momentos! Cierro los ojos, quizás cierro los ojos al mundo porque no me gustan muchas cosas de las que veo y prefiero vivir este instante único, hacer una escala de entre todos los momentos del día y lleno mi corazón de esta paz para más tarde cuando vuelva a abrir los ojos, sea capaz de digerir lo que toque; y lo que tocará será vivir la realidad, el día a día con sus ruidos, sus agonías sus músicas sus noticias…(Que no son muy halagüeñas, pero poniendo la máxima atención y con la esperanza de que se cuelen algunas buenas). Y ahora, ya ves, sin querer he abierto los ojos, voló ese soplo único y esa magia que hace apenas unos segundos existía…Se fue, se fue aunque el silencio es el mismo, pero mi cerebro se ha conectado con otro programa y lo demás quedó atrás. Así pues, dejo de escribir para hacer mis tareas del hogar.

Mª Carmen Díaz Maestre.

EXTRAÑOS COLEGAS

Entró en mi casa sin que yo le invitara a pasar. Se instaló cómodamente como el mejor de los moradores. Yo le contemplaba atónita, no podía creer que eso me estuviera pasando a mí; pero él, cada vez se sentía más poderoso en mi propio hogar, y reía cuando me miraba y veía mi expresión de incredulidad. Me dijo su nombre, tan raro me parecía, que ni siquiera sabía pronunciarlo. –Me llamo Halloween. –Me dijo, y yo con cara de boba repetía: ¡Jalowin! Él reía y reía, pero lo peor era que intentaba asustarme, ya sacaba una cabeza chorreando sangre, ya salía con su rostro cadavérico en sus manos, o unos ojos sangrante fuera de sus cuencas. Pensé que intentaba echarme de mi propiedad y cuando se lo dí a entender se ofendió por pensar tan retorcidamente; eso es lo que me dijo, ¡Que yo pensaba maquiavélicamente! ¡Yo! ¡Yo que estaba cohibida en mi propia casa! Él decía: ¡Solidaridad, colega! Si, si, solidaridad, pero cuando yo le dije: Paga amigo, por solidaridad tienes que contribuir a los gastos de este carnaval, me dijo: I do not understand. (Yo no entiendo) Y como la que no entendía era yo, no me quedó más remedio que aguantar y callar. Él se instaló muy cómodamente, se asentó y ahora yo me visto de Halloween y juego a su mismo juego. Ahora somos unos extraños colegas.
Mª Carmen Díaz Maestre.