Titulo: ¡PODÍA...!
Podía haberse dedicado a leer, o a escribir sus soledades, podía haber ido a aprender música o manualidades, podía haber hecho deporte, pasear, ¡Tantas cosas podía haber hecho! Pero no, Iluminada, no hizo honor a su nombre y tomo el camino más oscuro, ¡La droga! Esa droga que es fácil de consumir porque la tenemos casi todos en nuestras casas, la más disimulada, el alcohol. Empezó como quien no quiere la cosa, un día en el que estaba harta, harta de todo y de todos. Las responsabilidades le quedaron grandes y no pudo con ellas, tomó una copa, se sintió bien, se sintió con ánimos para pasar aquel duro día en el que los niños salían cargados de deberes, en el que tenía que prepararles la merienda, después tendría que ir a comprar, pues ya no quedaba de nada en casa, el dinero escaseaba y tenia que ver que compraba para que le llegara lo poco que tenía. Tendría que llegar a casa, bañar a los niños y poner la lavadora y tender y planchar y, y, y… ¡Estaba agobiada! ¡No podía más! Tomó una copa y ella creyó que todo estaba perfecto. Él llegó del trabajo como cada tarde noche y cómo cada tarde noche lo primero que hizo después de darse su ducha, y pedirle que le sacara ropa limpia, fue pedirle la cena, ¡ya! tenía que ser ¡ya!,
-¡Ilumi!, ¿Aún no me has puesto la cena?
-¡Pero, chica, que va a empezar el fútbol! ¿Aún estás así?
Ella, le pidió por favor que esperara a que terminara de acostar a los niños, pero no, no podía esperar, Él estaba allí ¿acaso no se había dado cuenta? Iba a empezar el fútbol y ella sin ponerle la cena. Iluminada nerviosa grito a los niños para que no jugaran y se durmieran, Él le pedía con insistencia la cena.
-¡Iluminada, la cena!, ¡Anda chica que menos mal que te llamas Iluminada, pero parece que andas en la oscuridad! ¡Que lentitud!
(¿Acaso no se daba cuenta de que pobre mujer estaba que no podía más?) Al fin todo fue centrándose e Iluminada le puso la cena a su marido, que comía como si no lo hubiera hecho en dos años, sin pensar, en que ella aún no se había ni sentado a la mesa. Cenaron sin mediar palabra, Él se levantó de la mesa antes de que ella acabara y la dejó sola para recoger la cocina, sola para todo, como cada día. Después de recoger, sintiéndose más sola que nunca cogió la botella y se echó un buen trago para olvidar ese fatigoso día. Pero después de ese día hubo otros días idénticos. Iluminada no veía camino, empezó a desatender a los niños, empezó a descuidarse ella; la gente la miraba, la criticaban; pero nadie le preguntó si necesitaba ayuda, Él parecía no enterarse de nada, Ella cada vez más agobiada, cada vez más dependiente del alcohol, cada vez más sola, hasta que un día no pudiendo más, viendo todo tan negro como boca de lobo, sintiendo un frío cortante en su cuerpo y en su alma, decidió marcharse para siempre. ¡No hubo remedio! Tomó el camino más drástico. ¡Podía haber pedido ayuda! ¡Podía haber escrito sus pesares, sus soledades y así quizá hubiera podido desahogarse! ¡Podía haber hecho deporte! Podía haber ido a un psicólogo, Podía, podía, podía!… Pero cuando una no ve la luz…aunque se llame Iluminada, la fatalidad acaba con ella.
fin.
M.Carmen
20-5-2008
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