con el frío en sus
venas.
renunciaba a la
espera.
¡No, no esperaré más!
“Se decía ella”.
Y viendo la nieve
caer,
sale a la calle
dispuesta
a olvidarse de ese
amor
que tanto la
desespera.
Cae la nieve, están
mal las aceras;
resbala, se desploma y pierde el sentido,
y en su
inconsciencia balbucea,
Un nombre de varón,
“Mi Angel”, lo llama
ella.
¡Renuncia a la
espera!
El sol se abre entre
las nubes
iluminando su cara
bella,
Abre los ojos y a su lado,
No está su amor, al
que anhela.
Unos ojos negros la están observando;
Se compadecen de
ella.
Un calor sube por su
rostro,
El rubor se le
apodera.
Con ayuda de unos
brazos fuertes
se levanta de la acera.
Camina con dificultad
pero al momento se recupera
y al darle las
gracias a su benefactor…
¡ha desaparecido de
su vera!
La chica vuelve a su
casa
Con el cuerpo roto
Pero con el alma
nueva…
Mira tras los
cristales
pero ya no espera
nada de ese amor
que tanto la
desespera.
Su mente distraída
busca los ojos negros
del ángel de la
acera.
Mª Carmen Díaz
Maestre
21/11/2013
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