miércoles, 29 de junio de 2011

CARLA

Quería escribir pero no sabia qué, buscaba en su mente y veía cientos de historias desordenadas pero no encontraba el modo de ponerlas en orden para después poderlas elegir e hilvanar. Porque las historias se hilvanan como se hilvana una prenda de vestir. Lo mismo que si tuviera entre las manos varias telas, a las que les da mil vueltas antes de decidirse en la que cortar el patrón, así volteaba ella las historias en su cabeza hasta que al fin se decidió por la que a continuación nos viene a contar.
Era una hermosa tarde de verano en la que Carla y sus amigas salieron a pasear por el camino que va al río, era un camino angosto, tenían que ir en fila india, serpenteante y ascendente; en algunos puntos se estrechaba más aún, haciendo más difícil el acceso, pero eran chicas de catorce o quince años y no querían darse la vuelta sin haber llegado al río, sabían que los chicos iban por allí, y ellas que estaban en la edad de la rebeldía querían demostrar y demostrarse que no eran diferentes a los chicos.
Todas habían estrenado zapatos y entre risas se cambiaban los zapatos unas con otras y se decían: ¡Mira que venir por este sendero con zapatos! Nunca pensaron que algo pasaría, Carla no quería mirar hacia el precipicio, el miedo la invadía y para que ese miedo se ausentara, animaba a cantar y cantaban a coro canciones de la época.
Llevaba su alegría como estandarte, y allá a donde quiera que fuera la contagiaba, esa era una de sus virtudes, la alegría y la simpatía.
Carla, era bajita y rellena, la más bajita y la más rellena de sus amigas, y muchas veces sintió complejos que la entristecían momentáneamente, porque ella sola se consolaba cuando veía a gente que aunque fueran altas y delgadas también eran desgarbadas, o cuando veía a alguien cojo o manco, o sordo o ciego, o mudo, entonces ella se miraba al espejo y se decía: -Bueno soy bajita y rellena, ¿y que? Tengo mis dos manos, mis piernas y pies, tengo mis oídos sanos que escucho los sonidos más maravillosos, tengo mis ojos con los que contemplo el mundo que me rodea, ¿Qué importa que sea bajita? Se hacer cosas y se aprender, y puedo dar de mí todo el amor que hay en mi corazón. Llegados a ese punto pensaba en el tamaño de su corazón, sentía que su corazón era pequeñito, como era ella, pero que cabía muchas cosas en él, cosas que no se ven pero que se sienten, y ella tenía muchos buenos sentimientos.
Caminaban en fila india cantando, cuando en una curva vieron aparecer a un jinete galopando a lomos de un caballo blanco, subieron a la ladera para evitar ser atropelladas, pasó el jinete veloz como un rayo, desapareciendo al momento, todas se quedaron sorprendidas de la desaparición tan rápida como una estrella fugaz. Todas bajaron nuevamente al camino un poco desconcertadas, con una extraña sensación; todas menos Carla que era torpe para las bajadas, ella lo sabía y eso le hacía temblar, las amigas la animaban para que no tuviera miedo, - Ven, dame la mano. –Ya veras que no te pasará nada. –Tego miedo. Decía Carla mientras miraba el despeñadero que parecía llamarla, no quería bajar, pero tampoco podía subir, era una subida muy empinada y era imposible trepar, menos aún con zapatos de medio tacón, después de largo rato, se decidió a bajar, y sin poder controlar su cuerpo cayó por aquel despeñadero que parecía llamarla. Fue dando tumbos, tiñendo las peñas y las plantas con su sangre.
Carla murió aquél fatídico día. En aquellos parajes entre las rocas crecieron muchas encinas y un rosal de rosas rojas.
Cuentan que desde entonces en las tardes de verano aparece por aquellos parajes un jinete y una dama a lomos de un caballo blanco cantando bellas melodías de amor.
Ella lleva una falda larga, de color rojo sangre y una blusa blanca y en su melena prendida una rosa roja, siempre va descalza. Él va vestido con traje negro y camisa blanca, y una rosa roja en el hojal de su chaqueta. También cuentan que ella cuida de las rosas y que baja al río cada mañana a por el agua para regarlas, dicen que se baña cada atardecer y que su piel es anacarada, y dicen que al pasar por allí se respira una paz infinita.

Mª Carmen Díaz Maestre.

EL VIAJE

Yo viajaba en el tren de la vida,
Cuando tú, subiste al mismo vagón.
En un punto concreto
Se cruzaron nuestras miradas,
Y en ese punto, floreció el amor
Y juntos, continuamos en el mismo viaje
Y, acogimos a nuevas pasajeras…
Con las que compartimos nuestro amor.
¿Hacia adonde nos dirigimos?
Todos, conocemos el final del trayecto,
Todos, llegaremos al mismo lugar,
Aunque cada cual,
Se apeará, en diferente estación.

Mª Carmen Díaz Maestre

domingo, 26 de junio de 2011

EL TIEMPO EN EL RELOJ

Te amo, mirando las agujas del reloj.
Y, asomada a mi balcón
Imagino que estás junto a mí.
El anochecer me recuerda
Que el tiempo ya pasó,

Pero mi corazón palpita y danza
Y sueña y ama... ...
Y como una rosa sobre agua clara,
Empapo mis ojos para ver en tu mirada,
Las estrellas de los cielos
Que de tu mano, me entregabas.
La luna silenciosa, vigila,
Mis sueños de enamorada.
Un amor entre las aguas
De cascadas plateadas,
Va dejando a mi corazón,
Titilando y envuelto en llamas;
Y al amanecer, en plena madrugada,
Remolinos plateados
Nos eleva el alma.
Te amo mirando el tiempo en el reloj,
Y el camino de vuelta a casa,
Y mi mirada en tu mirada
Se columpia, cómo bella dama,
Entre los lagos azules
Y entre las verdes ramas.
Pañuelos de organdí bordados
Cubren mi pecho de nevada
Remolinos de colores encendidos
Se introducen en mi alma,
Y un beso imaginario,
Me trae, el sabor, de tu boca amada.


Mª Carmen Díaz Maestre

sábado, 18 de junio de 2011

¿TANTO TE CUESTA ENTENDER?

Poesía inspirada en una conversación que escuché en la radio, por un hombre que se quejaba de la frialdad de su mujer.



Me gustan los helados
Por varias razones
Que te voy a exponer:
Por su frescura
Por su sabor
Y por el placer
De sentir como se derrite
Con el calor de mi boca,
Y así, te quisiera yo a ti, mujer.
Con mis besos, volviéndote loca.
Mujer llena de frescura y frenesí.
Mujer dulce como la miel,
Mujer que sienta en su cuerpo
Las caricias y el calor de mi piel.
No quiero una mujer de hielo,
Que corte el calor de mi aliento,
Quiero un helado dulce
Con sabor a caramelo
Que al contacto de mi boca se derrita,
Que mi cobertura de chocolate
La endulce a ella, a la vez,
Que con el calor de sus besos
Me derrita yo también.
Eso es lo que yo deseo,
¿Tanto te cuesta entender? ¡Mujer!

Mª Carmen Díaz Maestre













jueves, 16 de junio de 2011

TU DOLOR ES MI DOLOR

Tu dolor es mi dolor
Aunque lo disfrace,
Cómo disfrazo el dolor
Que yo siento
Con tus desplantes.
Quizás tú no te das cuenta
De lo que haces
Cuando rechazas mis besos
Cuando mi corazón arde.
Quizás sin darte cuenta
Me echas un jarro de agua fría;
Y enfrías mi corazón,
Y cortas mi alegría.

Mª Carmen Díaz Maestre

MALTRATO PSICOLÓGICO



Hay un arma invisible
Que invisiblemente te va matando;
Va matando tu mente,
Tu mente que te va marcando.
Marcando y muriendo;
Muriendo por el desencanto,
El desencanto que tú vas sintiendo
Y sintiendo te vas alejando.
Y alejando te vas de la vida,
La vida que te están robando.

Mª Carmen Díaz Maestre

CUCHILLO INVISIBLE

Cuchillo invisible que
Te parte el corazón.
Cuchillo invisible, que
Profundiza en la herida.
Cuchillo invisible que
Sin ninguna compasión
Cuchillo invisible que
Te sesga la vida.

Mª Carmen Díaz Maestre

martes, 14 de junio de 2011

EN MI OPINIÓN



Los versos encadenados
Son un recurso para,
Cuando no sabemos que escribir
Jugar a crear versos
Versos que te hacen pensar
Pero… ¿Y sentir?.
A mi, me gusta escribir
Lo que mi mente me va dictando,
Lo que mi corazón está sintiendo.
Mis dedos van ejecutando
Con un débil tecleteo,
Y sin pensar en la rima
Voy creando mi poesía,
No pregunten cómo es,
Al fin y al cabo,
Yo solo escribo…
Escribo como se.

Mª Carmen Díaz Maestre

viernes, 10 de junio de 2011

EL BESO DE LA FLAUTA

Aquel beso le dañó los labios
Labios que callaban su dolor;
Dolor y rabia…
Rabia y llanto.
Llanto por no poder ejecutar
Ejecutar aquella partitura… …
La partitura, ¡que le gustaba tanto!.
Tanto fue así, que la dejó sobre la mesa
Una mesa fría… y con desencanto,
Ese desencanto del que abandona,
La abandona y va llorando.
Llorando por su torpeza;
Su torpeza… sus miedos…
Esos miedos que la van minando.



Mª carmen Díaz Maestre

miércoles, 8 de junio de 2011

MARIPOSA




Puedes volar libre
E ir de flor en flor.
Puedes volar libre
Y sentir el amor.
Puedes volar libre

Y no pensar
Que aún volando libre
Te falta libertad.


Mª Carmen Díaz Maestre.



8/6/2011




lunes, 6 de junio de 2011

ENCADENADOS SIN CADENAS

Me decido por los encadenados.
¿Por los encadenados?
Si, por los encadenados.
¿Encadenados con cadenas de hierro?
De hierro no, de manos.
¿De manos? Y… ¿Cómo es eso?
Eso es, entrelazar nuestras manos,
Manos amorosas y limpias.
Limpias de sangre, y avaricias;
¡Avaricias y sangre!, ¡Blancas manos!
Manos encadenadas sin cadenas,
Sin cadenas que impidan el paso.
El paso y el movimiento
Movimiento para alzar nuestras manos
Manos que volaran libres,
Libres los dedos volando,
Van volando a la par que los pensamientos
Pensamientos libres…
Libres que se van exteriorizando…
…exteriorizando con nuestras voces,
Voces que al viento van cantando…
Cantando un himno de paz…
De paz y justicia. ¡Un himno blanco!

Mª Carmen Díaz Maestre
6/6/2011

jueves, 2 de junio de 2011

SILUETAS

Si ves la silueta de una persona, ¿Que te sugiere? ¿Puedes Juzgarla? ¿Puedes apreciar más a una que a otra si ves varias? ¿Puedes despreciarla? Seguramente dirás que no puedes hacer nada de eso, porque sólo es una silueta. Pues bien, aun viendo a las personas frente a frente en carne y hueso, ten en cuenta que sólo ves una silueta en la que puedes ver solo y exclusivamente lo que ella te deje ver, porque lo que realmente es, está en su interior.

Mª carmen Díaz Maestre